miércoles, 26 de febrero de 2014

Dos eles no son una elle

Ponte en situación. Habéis invitado a cenar a unos amigos de toda la vida que hace tiempo que no veis. Ya está todo preparado. Los invitados van llegando con sus respectivas parejas. Maite ha llegado ya también, acompañada. Y le preguntas a tu chico si se ha acordado de avisar a Javier de que su ex, Maite, de quien anda todavía perdidamente enamorado, estará presente… y con compañía. Y resulta que tu chico te dice que se le ha olvidado, que no ha visto a Javier en toda la mañana en la oficina, que ha estado liado y… Total, que tú ya te hueles la tostada: Javier va a llegar solo, va a ver a Maite con compañía y, conociéndolo como lo conoces, sabes que le va a entrar una llorera irrefrenable… y ya está la noche fastidiada. De hecho, ahí está su coche; acaba de llegar. Y le ordenas, enfadada, a tu chico:

—Pues, ahora vas, le sales al encuentro y se lo dices antes de que entre.

Y… aquí lo dejo, porque ya he llegado donde quería.

A mi modo de ver, de haber estado un poco más enfadada, seguramente habrías utilizado el imperativo para darle la orden a tu chico, que es un tiempo más contundente:

—¡Pues, ahora ve, salle al encuentro y díselo antes de que entre!

¿Mande?, me dirás. ¿Qué es eso de salle? ¿Qué significa? ¿De dónde sale?

En realidad, no es salle, es sal + le; es decir, la segunda persona del singular del imperativo de salir + el pronombre personal enclítico.

Lo que pasa es que el español no prevé otra forma de escribir los pronombres enclíticos más que pegados al verbo. No se puede poner sal-le, ni sal·le, ni sal le. Y si ponemos salle, que es lo que indica la norma ortográfica, se corre el riesgo de que no se entienda, porque lo leeremos como una elle, al igual que ocurre con las palabras valle, calle o talle.

Es otro ejemplo de frases que se pueden decir, pero que no se pueden escribir. He mencionado ya otro par de ellos (Una vaca no es una baca y Xavi no es Xabi) en los que entran en liza la b y la v. Y no parece que haya muchos más.

Eso de las dos eles juntas también puede darse en adjetivos que comienzan por mal- como prefijo: si utilizamos maleducado, malnacido, malnutrido, malparado…, también podremos utilizar malescrito y malleído, ¿no?

Total, que en todos estos casos, dos eles no son una elle.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Más expresos

He mencionado ya en alguna ocasión las posibilidades ludolingüísticas de la norma académica sobre los prefijos: el hecho de que vayan pegados a la palabra con la que se relacionan hace que puedan producirse confusiones, hilarantes, incluso, sobre todo en el caso del prefijo ex (ver El expreso de Guantánamo y Tintor que tintas iglesias).

Veamos una muestra más, recogida de El País del 29/11/2013. Una frase destacada en medio del texto de un artículo sobre excarcelaciones y exreclusos rezaba así:

El PP pide "que los antidisturbios de la Ertzaintza reciban a los expresos"

Como ya he dicho que el artículo hablaba de exreclusos, habrás comprendido al instante que la frase se refiere a personas que acaban de salir de la cárcel.

Pero, si no te hubiera dado el contexto de la noticia, probablemente tu comprensión de la frase no habría sido tan instantánea. De hecho, fue lo que me pasó a mí: me sorprendí pensando por qué carajo iba el PP a pedir que los antidisturbios recibieran a los expresos y no a los rápidos o a los trenes de cercanías o a los de alta velocidad…

Como la cosa no tenía mucho sentido para mí (¿acaso hay una huelga de ferroviarios de la que no estoy al tanto y solo los expresos funcionan y necesitan protección?; pero, si es así, ¿por qué protección solo a la llegada y no en todo el recorrido?…), tuve que leer algo más para situar correctamente la frase e interpretarla bien.

En estos últimos tiempos se está hablando mucho de presos que han dejado de serlo. No hay más que estar un poco pendiente de las noticias, escritas u orales, para descubrir algún uso que puede prestarse a confusión, digámoslo así, de la palabra expreso… y más si uno tiene espíritu ludolingüista  y chinchador.

miércoles, 12 de febrero de 2014

¡Ay, mi madre!


Hay en mi barrio una franquicia de fruterías que se llama ¡AY MADRE! La Fruta. Tiene varios establecimientos y, cosa curiosa, en cada uno de ellos han puesto el nombre de una manera diferente.

 Con el signo exclamativo de apertura delante y el de cierre detrás



 
Con el signo exclamativo de cierre delante y detrás

Con el signo exclamativo de cierre delante y el de apertura detrás

Como puedes ver, las letras las dominan como nadie, pero los signos... ¡Ay, los signos! Solo les falta una opción para tener todas las posibilidades existentes: con el signo exclamativo de apertura delante y detrás.

Ya he mencionado aquí en otra ocasión (ver Interroguexclamo) que el uso de dos signos, uno de apertura y otro de cierre, en las frases exclamativas e interrogativas es una de las peculiaridades del español. Pero, claro, habría que procurar utilizarlos correctamente. Más que nada para no hacer el ridículo… como es el caso de esta periodista de El País, que escribe dos veces la frase, con los signos de dos formas diferentes, y las dos veces mal:







¡Por Baco! ¿Dónde se ha visto semejante despropósito?

miércoles, 5 de febrero de 2014

Se vende información

España debe de ser el paraíso de los espías. Desde luego, si yo fuera uno de ellos, estaría encantado de poder trabajar aquí. ¿Por qué? Pues porque conseguir información está tirado. En cualquier localidad encuentras lugares en los que te ofrecen información. Y no creas que se hace a escondidas, no. Nada que ver con esas películas clásicas de espías, en las que todo transcurría en penumbra o, directamente, por la noche, y en las que, como no supieras a qué puerta llamar, no te enterabas de nada. No, aquí en España, ¡los confidentes se anuncian! ¡Sí! ¡Con grandes carteles a la puerta de sus casas!
¿Que no te lo crees? Pues mira este cartel.


Y como ese hay cientos en cada ciudad. Increíble, ¿verdad?

Ahora bien, si el hecho de que la información se venda es sorprendente, todavía lo es más saber que también se alquila. ¡Sí, como lo oyes! Si quieres, puedes alquilarla.


No está mal pensado, ¿no crees? En vez de comprarla, que seguramente te costará una pasta, la alquilas, pongamos, por una semana, que te costará menos. Durante esa semana, tú puedes utilizarla y el alquilador no puede alquilársela a otro. Claro que, una vez acabado el alquiler, ¿qué haces con la información? ¿Cómo la devuelves? ¿Te tienes que olvidar de ella y hacer como si no la hubieras oído? ¿Y si el alquilador se la alquila después a un espía de la competencia? ¡Mmm! No sé. No lo veo muy claro eso del alquiler. Pero lo de la venta de información sí que es la bomba.

Lo dicho: el paraíso de los espías.