miércoles, 30 de diciembre de 2015

Batiburrillo y cierre

Tras tres años de cita semanal con ‘El español curioso’, creo que es momento de echar el cierre y pasar a otra cosa. Durante estas taitantas entregas, he procurado entretenerte, sorprenderte y divertirte recurriendo a eso tan simple y, a la vez, tan complejo que es la lengua española. Espero haberlo conseguido… en alguna ocasión.

Para terminar, aquí van unas cuantas cosas que no quiero que se me queden en el tintero.
 

Empezaré por un anuncio anagramático:


Se trata de un vídeo que se puede ver en la red. Fíjate en el artificio gráfico en el segundo 17.
 

Seguiré con seis marcas palindrómicas:



Y acabaré con cuatro chistes paronomásticos:

Llega un señor a la parada del autobús y le pregunta a otro:
—Oiga, usted. ¿Desde cuándo espera?
Y el otro le contesta, un poco abrumado:
—No. Si yo… soy persona.

Alguien le está contando a un amigo sus vacaciones:
—… Y nos metimos selva adentro y, de repente, ¡zaca! ¡Una serpiente se nos cruza en el camino!
—¿Cobra? —le pregunta el amigo.
—¡Y yo que sé si cobra! —le responde.

Un conductor sale del coche y le pregunta al primero que ve:
—¿Me falta mucho para León?
El otro lo mira de arriba abajo parsimoniosamente y con una media sonrisa en los labios… que lo dice todo.

—Ayer estuve con una tía despampanante —le está contando a un colega—. Tenía un cuerpo… unas tetas… unas piernas…—y acompañaba su entusiasmo con ademanes de admiración suprema.
—Y de cara, ¿qué? –le pregunta el colega.
—¿De cara? ¡Carísima! 

Los tres primeros los oí en el Club de la Comedia, y me recordaron el otro.
 

Tras este batiburrillo, echo el cierre a ‘El español curioso’ y me despido de ti con un ‘gracias muchas’ y un ‘hasta pronto’.

Si te apetece, nos podemos seguir viendo en El porquerón quincenario.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Bis, ter y más

Supongo que la habrás visto en más de una ocasión. Hasta es posible que tú mismo la hayas utilizado varias veces. Me refiero a la palabra bis, que, además de otros usos, también se utiliza pospuesta a un número de una serie para indicar que este sigue inmediatamente a ese mismo número ya empleado. Así lo define el diccionario de la RAE, pero no parece que quede muy claro. Mejor vemos algún ejemplo:

— En la numeración de una calle, nos podemos encontrar, por ejemplo, que tras la casa nº 5, venga la casa nº 5 bis y después la nº 6.

— Lo mismo puede ocurrir en la numeración de los artículos de una norma: tras el artículo 16, puede ocurrir que haya un artículo 16 bis y después el 17.

En el primer caso, el de la calle, lo que ha ocurrido es que se ha construido un edificio nuevo entre las viviendas nº 5 y nº 6 —donde antes había un solar vacío o un parque, por ejemplo— y, claro, no vamos a cambiar la numeración de todas las viviendas de la calle. Lo que hacemos es poner un 5 bis y arreglado: nº 1, nº 2, nº 3, nº 4, nº 5, nº 5 bis, nº 6, etcétera.

En el segundo caso, el de la norma, ha ocurrido lo mismo: se ha introducido un artículo nuevo entre el 16 y el 17 y, para no renumerar todos los artículos siguientes, se recurre al 16 bis.

Es, sobre todo, en el ámbito legislativo en el que este recurso tiene mayor presencia. Y no se limita solo a bis, sino que se extiende hasta lo inimaginable. Yo había visto ya en alguna ocasión un artículo ter e, incluso, quater, pero la cosa no se detiene ahí: alguna norma ha llegado hasta sexiesdecies e, incluso, hasta sexvicies.

¿Sabes qué significan estas palabras? ¡No, no es nada de eso de lo que tú estás pensando! Puedes satisfacer tu curiosidad en este texto del escritor y jurista Carlos Pérez Vaquero. ¡Que te deleites con él!

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Edad del Yerro

Lo leí en el suplemento Buenavida de El País (15/09/2015), con la firma de Cristina Bisbal… y no pude evitar hacerle una foto.

 
Si alguien que, se supone, es profesional de la cosa escrita confunde poner herraduras (= herrar) con no acertar (= errar) o, lo que viene a ser lo mismo, confunde hierro con yerro, apañados estamos. ¡Qué no confundiremos el resto de los mortales!
 
Así a bote pronto, a mí se me ocurren unos cuantos equívocos:
 
-       Este político tiene una voluntad de yerro.
Es decir, este político está deseando equivocarse en todo.
 
-       El cerrajero me puso una barandilla de yerro.
Es decir, la colocó mal.
 
-       Los soldados hierran el tiro.
Es decir, les ponen herraduras a las caballerías.
 
-       Este vagabundo hierra por los calles de mi ciudad.
Es decir, va marcando con un hierro candente a todo bicho viviente que se encuentra.
 
-       El ministro le quitó yerro al asunto.
Es decir, corrigió las equivocaciones que tenía.
 
-       Quien a yerro mata a yerro muere.
Es decir… [imagínatelo tú mismo]
 
Total, que parece que hayamos vuelto a la Edad del Yerro.


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Emilio, de juernes

Lo oí por primera vez hace ya unos años en una conferencia de la cual ya no recuerdo ni el tema ni al conferenciante. Sí recuerdo que en su intervención utilizó y explicó dos conceptos: lo glocal y lo egolectivo. Por supuesto, ninguna de estas dos palabras está en el diccionario normativo, pero su significado no ofrece ninguna duda si nos atenemos  a su procedencia: glocal es la fusión de global y local; egolectivo es la fusión de ego y colectivo.

Ahora he vuelto a ver la primera de ellas en un titular de periódico (entrecomillada eso sí), lo que me hace pensar que se va asentando en el lenguaje, al menos, de una parte de la comunidad hispanoparlante. Ya falta poco para que se incluya en los diccionarios de uso, primer paso para llegar al diccionario normativo académico.

elpais.com

 
Otra palabra de reciente creación que tampoco encontraremos en los diccionarios es veroño (fusión de verano y otoño), que, como indica el destacado de la información que sigue, es “el verano del otoño”.
 
elpais.com

 
 Y tampoco hallaremos juernes (fusión de jueves y viernes) en el diccionario.
 
farodevigo.es
 
Y, a pesar de que hace mucho tiempo que se utiliza, tampoco aparecerá emilio como adaptación del inglés ‘e-mail’.
 
Y mucho menos emeterio, que es como llamaban (no sé si ahora también) a los conductores de la EMT (Empresa Municipal de Transportes) de Madrid hace algún tiempo.
 
Y avelino tampoco, que así llaman algunos a las personas que usan el AVE para ir a trabajar.
 
Y eleno menos, que es como designan a los miembros del ELN (Ejército de Liberación Nacional) en Colombia.
 
Y seguro que busquimano (contracción de buscar a mano) tampoco, que es el vocablo con el que se conoce a los rastreadores de alijos de droga perdidos en el mar en algunos puntos del sur de Andalucía.
 
Todas estas palabras surgen de la creatividad de los hablantes, de la necesidad que tienen de designar realidades nuevas. Es un procedimiento de, digámoslo así, etimología popular, similar a lo que conté en Pendejuelas y churreterías.
 
Y no es de descartar que, en un futuro no muy lejano, algunas terminen en el diccionario normativo. Este ha sido el caso de bebercio, formado a imitación de comercio, al asimilar comer - comercio y beber - bebercio, cuando realmente comercio no tiene nada que ver con comer.
 
¡La imaginación al poder… también en el uso del lenguaje!


miércoles, 2 de diciembre de 2015

Ciclogramas

Todavía no había hablado de ellos y la verdad es que es un entretenimiento muy sencillo, divertido y adecuado para todos los públicos. Es más que apto para distraer a los niños, por ejemplo, durante un viaje en coche: puede plantearse en forma de juego, no requiere de ningún instrumento añadido y, si se tercia, incluso puede hacerse en plan competición.

Un ciclograma es una palabra que acaba tal como empieza. Algunos ejemplos:

-       Napoleón,  Ángela
[de grado 1: una letra se repite al principio y al final de la palabra]

-       Zaragoza, españoles
[de grado 2: la misma secuencia de dos letras se repite al principio y al final]

-       Respondedores, dosificados
[de grado 3: una secuencia de tres letras se repite al principio y al final]

…y así sucesivamente.

Pero estos ciclogramas anteriores tienen muchas letras sobrantes. Quedan mucho más elegantes los ciclogramas con pocas letras sobrantes. Algunos ejemplos con una sola letra sobrante:

-       De grado 2: desde, carca

-       De grado 3: bereber, quinqui

El reto es encontrar ciclogramas que no tengan ninguna letra sobrante; es decir, ciclogramas perfectos.

-       Los de grado 2 son muy sencillos de encontrar: mamá, papá, pipí, caca, arar, soso, coco

-       Los de grado 3 tampoco son complicados: cuscús, cancán, tuntún

-       Los de grado 4 ya empiezan a escasear: tacataca, adosados, alfalfa, entente

-       Para los de grado 5 y superiores, ya hay que pararse a pensar bastante más: adoradora

Por supuesto, para jugar con niños no hay por qué ser tan exigente: se les puede pedir, por ejemplo, que busquen ciclogramas de, al menos, 5 letras, otorgar 5 puntos por cada ciclograma encontrado y restar un punto por cada letra sobrante. Y ya tenemos entretenimiento para rato. ¿Te animas a ponerlo en práctica en tu próxima salida con niños? ¡Ánimo!