martes, 30 de julio de 2013

¿O o u? ¿Y o e?

Es una norma que se aprende rápidamente en la escuela: la conjunción o toma la forma u cuando precede a una palabra que comienza por el sonido /o/. Un ejemplo clásico: siete u ocho.

Lo mismo ocurre con y, que toma la forma e cuando precede a una palabra que comienza por el sonido /i/. Un ejemplo: mezquitas e iglesias.

Fácil, sencillo y sin problemas. ¿O no? Pues, a tenor de lo que he leído en ‘Todo bajo el cielo’, de Matilde Asensi, parece que no… cuando hay palabras no españolas por medio. Un pasaje de la página 39 dice así:

"Además, después de la guerra, la vida en París se había vuelto insoportablemente cara. Hacía mucho tiempo que nadie podía comprar en sitios como Le Louvre o Au Bon Marché".

¡Cómo! ¿No habíamos quedado que había que poner u ante el sonido /o/? ¿Acaso Matilde Asensi no conoce la regla? No creo. ¿O es que lo que no conoce es que au en francés se lee /o/? No creo. ¿O quizá le ha parecido que, si ponía "…como Le Louvre u Au Bon Marché", los lectores no iban a entender el porqué de esa u? Es la única razón que se me ocurre. Si es así, bastaba con cambiar el orden y poner: "…como Au Bon Marché o Le Louvre". Vamos, que solución tenía.

Y ahora un par de ejemplos de lo contrario, ambos de Javier Marías en El País Semanal. El primero, en ‘Los nuevos zombies’ (EPS, 21/04/2013):

"… darán por sentado que todos llevamos iPhones y iPads…".

Así escrito, parece que choca con la norma mencionada al principio, ¿verdad? Pero no. Las palabras inglesas que identifican esos dos artilugios electrónicos tan de moda empiezan por i, pero se lee /ai/, con lo que no hay lugar a sustituir la conjunción y por e.

El segundo, en ‘Esclavizados y transparentes’ (EPS, 07/07/2013):

            “… ordenador e email y móvil…”

En este caso, email empieza por e, pero se lee /i/, con lo cual sí hay que sustituir la conjunción y por e. Javier Marías conoce la norma… y conoce el inglés.

Así pues: o ante el francés au (/o/), no; y ante el inglés i (/ai/), sí; y ante el inglés e (/i/), no.

miércoles, 17 de julio de 2013

Feraz, ubérrimo, opimo

Un hijo le pregunta a su padre:
– Papá, ¿qué significa ubérrimo?
Y el padre responde:
Feraz, hijo mío. Significa feraz.

Este chiste, que contaba un conocido mío, gallego él, nunca tiene mucho éxito. La gente no lo entiende. O, al menos, no lo entiende a la primera. Necesita que se lo expliquen. Y ya se sabe: un chiste explicado pierde toda su gracia.

Y la gente no lo suele entender porque no es habitual que conozca el significado de las palabras ubérrimo y feraz. Y precisamente la gracia del chiste está en eso, en saber qué significan esas palabras y en saber que poca gente conoce su significado, y mucho menos un niño. Y así uno puede imaginarse la cara, de perplejidad, como poco, del hijo ante la respuesta, incomprensible, de su padre.

Ya he hablado aquí en otra ocasión de palabras poco conocidas (ver El mocárabe, marzo 2013). Hoy voy a mencionar algunas más.

Otra palabra que significa lo mismo que ubérrimo y feraz, y que es igual de poco conocida es opimo. ¿Verdad que no la habías oído nunca?

¿Y pensil? A lo mejor te suena una obra titulada ‘El Florido Pensil’, de Andrés Sopeña Monsalve. Pero seguramente no la has oído nunca en boca de algún conocido tuyo, ¿verdad?

Y, ya que andamos metidos en el ámbito campestre, ¿qué me dices de azuda? ¿Y de biznaga?

Recuerda: el diccionario siempre ayuda. Si eres curioso, no lo dudes.

El jefe y Clara

«El jefe es de Elche. ¿Ves ese Mercedes Benz? Es de él. Pepe le teme. Él se teme que le echen en breve. Es endeble.»

«Al pasar a la sala, Clara ya andaba a gatas. Hablaba mal: “¿Acabarán las barcas varadas? ¿Saldrá la playa mal parada? ¿Matarán a la mar salada?”… Hablaba fatal: “Paz ama las gachas… hasta las cachas. ¡Ja, ja, ja!”.»

¡Atención!, pregunta: ¿en qué se parecen los textos de los dos párrafos anteriores?

¡Tic, tac! ¡Tic, tac! ¡Tic, tac!… Pasa el tiempo y el concursante no lo ve claro. El primero tiene casi dos líneas; el segundo, tres. ¿Y? No, no va a ser nada de eso… El primero habla de un hombre; el segundo, de una mujer. Igual son pareja o están casados. Pero, no, no hay nada que permita suponer eso… ¡Tic, tac! ¡Tic, tac! ¡Tic, tac!… El primero habla de un jefe. A ver si va a ser que el segundo habla de su secretaria, Clara, y alguien le está contando a alguien lo que pasó en la fiesta de la empresa de la semana pasada, cuando Clara bebió más de la cuenta y…

¡Vaya! ¡Qué imaginación! ¡No está mal! Pero, no, no se trata de nada de eso. ¿Entonces? Pues que ambos párrafos están escritos con palabras que contienen la misma vocal: la e, el primero; la a, el segundo.

Esto de los textos monovocálicos es un entretenimiento muy divertido, la verdad. Divertido, pero exigente. Se trata de escribir historias coherentes, con significado, utilizando palabras que contengan la misma vocal. ¡Inténtalo! Ahora que es época de vacaciones y que dedicamos más tiempo al ocio y al entretenimiento, que vamos con menos prisas… ahora es un buen momento. El tamaño no importa, lo que importa es que el relato pueda parecer real. ¡Verás qué satisfacción cuando lo consigues!

¿Quieres un consejo? Empieza por la a o por la o; son las vocales más sencillas. Con la i y con la u es muchísimo más complicado.

¿Otro consejo? No tengas prisa. Reléelo varias veces, déjalo madurar unos días. Vuélvelo a leer. Y cuando hayas terminado, dáselo a alguien para que lo lea. A ver si es capaz de ver el artificio monovocálico a la primera. Si no lo ve, es que has hecho un buen trabajo: has escrito una buena historia… monovocálica.

miércoles, 10 de julio de 2013

Interroguexclamo

Una de las peculiaridades del español es que, a diferencia de las demás lenguas de cultura que lo rodean (francés, inglés, italiano, alemán, portugués, catalán...), utiliza dos signos para las frases interrogativas y otros dos para las exclamativas, uno de apertura (¿ y ¡) y otro de cierre (? y !). Eso es lo que nos han enseñado siempre y conforma una de las características más reconocibles de nuestra lengua.

Ahora bien, en esta época abarrotada de medios electrónicos personales, en la que escribir deprisa y con faltas de ortografía no incomoda a nadie, cada vez es más frecuente ver solo un signo, el de cierre. No sé si será por desconocimiento, por incompetencia gramatical o por el ansia de escribir deprisa, como si fuera a acabarse el mundo mañana mismo. El caso es que el signo de apertura suele desaparecer.

Si tú eres de esa tribu, pasa de lo que te voy a contar, no pierdas el tiempo leyendo más. Si eres de otra tribu, sigue leyendo… y descubrirás que, cuando el sentido de una oración es interrogativo y exclamativo a la vez, pueden combinarse ambos signos, abriendo con el de exclamación y cerrando con el de interrogación, o viceversa o, preferiblemente, abriendo y cerrando con los dos signos a la vez.

Así que podemos escribir:

¡Qué manía esa de no poner el signo de apertura en las frases interrogativas y exclamativas, verdad?

O también:

¡¿Qué demonios has hecho?!

Es decir: ¿No querías arroz? ¡Pues toma dos tazas!

viernes, 5 de julio de 2013

El urogallito

Érase una vez un cigoñino recién salido del nido que estaba descubriendo el mundo. En esas se topa con un animal desconocido y le pregunta:
— Tú, ¿qué eres?
— Yo soy un perro lobo.
— ¡Un perro lobo! ¿Y eso cómo puede ser?
— Pues porque mi papá es un perro y mi mamá, una loba, y yo soy un perro lobo.
— ¡Ah! ¡Muy bien! ¡Encantado de conocerte!
Sigue camina que camina el cigoñino y, al rato, se encuentra con otro animal desconocido y le pregunta:
— Tú, ¿qué eres?
— Yo soy un oso hormiguero.
El cigoñino se queda un rato pensativo y, de repente, exclama:
— ¡Anda ya!

Recién salido del nido, pero nada tonto, el cigoñino, ¿verdad?

El caso es que hay animales con nombres la mar de curiosos… Porque, ¿no me digas que no es curioso el urogallo? ¿Qué tipo de animal es? ¿Un cruce de uro y de gallo? ¡Pero si el uro desapareció de la faz de la tierra hace ya la torta de años! ¿Y cómo se llama su hembra? ¿Urogallina? ¿Y si un urogallo se muestra altivo y chulito, será un urogallito? Preguntas que, a buen seguro, el cigoñino listo de nuestra historia no dejaría de hacer si se topara con uno.

¿Y qué me dices del gallipato? ¿Es un cruce de gallo y de pato?

¿Y la foca monje?

Pues eso, lo dicho: nombres curiosos de la fauna en español.

¡Ah! Por cierto: una buhardilla no es un animal. Lo digo por si se te había pasado por la cabeza que podría serlo... ¡Je, je!