He mencionado ya en alguna ocasión las posibilidades ludolingüísticas de la norma académica sobre los prefijos: el hecho de que vayan pegados a la palabra con la que se relacionan hace que puedan producirse confusiones, hilarantes, incluso, sobre todo en el caso del prefijo ex (ver El expreso de Guantánamo y Tintor que tintas iglesias).
Veamos una muestra más, recogida de El País del 29/11/2013. Una frase destacada en medio del texto de un artículo sobre excarcelaciones y exreclusos rezaba así:
El PP pide "que los antidisturbios de la Ertzaintza reciban a los expresos"
Como ya he dicho que el artículo hablaba de exreclusos, habrás comprendido al instante que la frase se refiere a personas que acaban de salir de la cárcel.
Pero, si no te hubiera dado el contexto de la noticia, probablemente tu comprensión de la frase no habría sido tan instantánea. De hecho, fue lo que me pasó a mí: me sorprendí pensando por qué carajo iba el PP a pedir que los antidisturbios recibieran a los expresos y no a los rápidos o a los trenes de cercanías o a los de alta velocidad…
Como la cosa no tenía mucho sentido para mí (¿acaso hay una huelga de ferroviarios de la que no estoy al tanto y solo los expresos funcionan y necesitan protección?; pero, si es así, ¿por qué protección solo a la llegada y no en todo el recorrido?…), tuve que leer algo más para situar correctamente la frase e interpretarla bien.
En estos últimos tiempos se está hablando mucho de presos que han dejado de serlo. No hay más que estar un poco pendiente de las noticias, escritas u orales, para descubrir algún uso que puede prestarse a confusión, digámoslo así, de la palabra expreso… y más si uno tiene espíritu ludolingüista y chinchador.
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