martes, 29 de enero de 2013

Ininteresante

Tenía yo un jefe, extranjero, que utilizaba mucho la palabra ininteresante. Como es de suponer, su lengua materna no era el español, y tampoco era su lengua de trabajo normal. En cualquier caso se manejaba estupendamente en español y se hacía entender de maravilla… eso sí, con algunas expresiones de su cosecha, probablemente causadas por una trasposición tal cual de palabras o giros de su lengua materna, germánica.

El caso es que no estaba mal pensado eso de ininteresante. Porque estaba claro que mi jefe sabía perfectamente que in era un prefijo y cuál era su significado en español: falta o negación de la cosa expresada por la palabra primitiva. Seguramente conocía otras palabras como útil/inútil, experto/inexperto… y su significado. De ahí que para él fuera de lo más normal expresar lo contrario de una palabra añadiéndole el prefijo in. Por eso, para decir que una cosa no era interesante, decía que era ininteresante.

Como digo, no es mala solución, puesto que el prefijo in en español está plenamente activo. Y de hecho, podríamos crear nuevos vocablos siguiendo el mismo razonamiento de aquel jefe que tuve. Por ejemplo: astuto/inastuto, especial/inespecial… Y profundizando un poco más en la misma senda, también podría ser que alguien considerara que, en la propia palabra interesante, in es ya un prefijo. Con lo cual, para esa persona, lo contrario de interesante no sería necesariamente ininteresante, sino teresante.

Dejo a las reflexiones lúdicas de quien esto lee la búsqueda de los contrarios, y de su correspondiente significado, de palabras como inteligente, intruso, intrínseco, inherente… y otras muchas que seguramente le surgirán sin demasiado esfuerzo.

jueves, 24 de enero de 2013

Alta médica

El uso del artículo determinado masculino 'el' en vez del femenino 'la' ante sustantivos de género femenino que empiezan por 'a' tónica es fuente de algunas curiosidades lingüísticas… y de no pocos errores. Sí, me refiero a aquello que se oye a veces de 'este agua' o 'ese aula' y similares. Pero aquí lo que me interesa son las curiosidades, y hay una que podría servir muy bien para un concurso de esos de la tele. Veamos.

Y ahora, la última pregunta, con la que puedes llevarte el bote acumulado de todo el mes: 54.200 €. (Aplausos). Ya no te quedan comodines, así que dependes solo de ti. No puedes echar mano de nadie. ¿Quieres seguir? (El concursante asiente). ¡Sí! ¡Adelante, pues! (Más aplausos). Vamos con la pregunta. (¡Tachán!). De acuerdo con las normas ortográficas vigentes, ¿qué expresión es incorrecta?:
a) el alta médica;
b) la alta médica;
c) ninguna de las dos.

Música de fondo. El concursante duda. Se pone de los nervios. El reloj va corriendo. Reflexiona. Se acuerda de 'el águila real'… y contesta que la b) es incorrecta. Más música y más tachán. Y el presentador que dice: ¡No! ¡Oh! La respuesta correcta es la… c).

¡Sí, señores! Ambas expresiones son correctas. ¡Sí! Ya sé que acabo de decir que 'la' se convierte en 'el' ante un sustantivo como 'alta'. Pero el intríngulis de la cuestión está en que 'alta' puede ser tanto sustantivo como adjetivo: el femenino de 'alto'. Y la norma de la que hablamos se aplica a sustantivos con 'a' inicial tónica, no a adjetivos.

Ambas expresiones son correctas… y de diferente significado. La a) se refiere al, digamos, permiso que te da el médico para que puedas volver a trabajar después de superar una enfermedad. La b), a una médica de altura superior a la media. Por lo tanto, son correctas las dos. Curioso, ¿verdad?

Y siguiendo con lo mismo, ¿podrías decir cuál es la diferencia entre las dos frases siguientes, suponiendo que es un médico quien las dice?:
d) A usted le corresponde el alta y a su compañero, la baja.
e) A usted le corresponde la alta y a su compañero, la baja.

Pues, la d) parece clara: el médico está diciendo que yo ya puedo volver a trabajar, pero que mi compañero todavía no. Y con la e), poniéndonos a imaginar, el médico me está diciendo que de las dos enfermeras presentes, a mí me va a atender la alta y a mi compañero, la baja.

¡La imaginación al poder!

miércoles, 16 de enero de 2013

Tintor que tintas iglesias

Ya hemos hablado en este espacio del juego que da el prefijo ex tras el último cambio normativo académico: al tener que ir pegado a la palabra, se crean palabras nuevas, con muchas posibilidades lúdicas. Dejémoslo ahí. Si quieres profundizar en el tema, no tienes más que releer 'El expreso de Guantánamo'.

Hoy vamos a seguir la misma vía pero por otra senda. En vez de hablar de palabras nuevas que se crean añadiendo el prefijo ex, vamos a hablar de palabras existentes que empiezan por ex y que, tras la nueva norma, adquieren otros sentidos que hasta ahora eran impensables. Veámoslo con algunos casos.

Todo el mundo sabe qué es un extintor: un aparato para apagar el fuego, dicho rápidamente. Pues bien, ahora esta palabra también puede designar a una persona que ha dejado de tintar, igual que un expintor es una persona que ha dejado de pintar. ¿Que qué es tintar? ¡Hombre, búscalo en un diccionario, que para eso están! Igual no es una palabra muy conocida, pero seguro que los que se dedican a ello sí que la conocen.

¿Y un excavador? Pues hasta ahora solo podía ser alguien que se dedica a excavar, es decir, a hacer en el terreno hoyos, zanjas, pozos…  Ahora, también puede designar a alguien que tenía por oficio cavar la tierra, es decir, removerla con una azada o similar.

Y yendo a la cosa escatológica, que siempre causa sonrisas, ¿qué me dices de expedito? ¿Estamos hablando de una ventosidad pequeña que, vete tú a saber por qué, ha incrementado el volumen?

¿Y si hablamos de un expediente? ¿Será alguien que acostumbraba a pederse por todas partes y ya lo ha dejado?

En fin, como decíamos, este ex da mucho juego. Seguro que tú también encuentras curiosidades exitosas. ¡Inténtalo!

miércoles, 9 de enero de 2013

Una vaca no es una baca

Hoy voy a hablar de otra curiosidad de la lengua española: frases que se pueden decir pero no escribir. ¡Ah! ¿Que eso no puede ser? Pues prepárate, porque te vas a sorprender.

Te voy a contar una historia. Esto era un ganadero al que se le había enfermado una vaca. Como no lograba localizar al veterinario de urgencias para que acudiera inmediatamente a la explotación ganadera, decidió llevarla a la consulta veterinaria él mismo. A falta de otro medio de transporte, decidió utilizar su propio coche. Total, tres kilómetros enseguida están hechos. Con gran esfuerzo consiguió subirla a la baca del coche y arrancó. Pero los hados no estaban de su parte aquel día. Ya fuera porque iba un poco más rápido de lo normal, porque la vaca era demasiado pesada o porque la baca no estaba bien sujeta, el caso es que, en la segunda curva, el coche derrapó y ambas /bákas/ se cayeron a la cuneta.

Si esta historia te la contaran por teléfono, seguramente le dirías a tu interlocutor que se lo acaba de inventar, que es imposible subir una vaca a la baca del coche, que ¿de qué vas, tío?… En fin, que la historia te sorprendería, pero no habría ninguna, digamos, sorpresa lingüística que te chocara.

Pero, imagínate que se trata de un dictado de la escuela, que es la última prueba del último curso y que no te puedes permitir ningún error si quieres entrar en el instituto al año siguiente. Algo así como tirar el último penalti en el partido decisivo para subir a primera. ¿Qué harías? ¿Cómo escribirías /bákas/? ¿Con b o con v? ¡Datis de cuestion!, que decía aquel… La respuesta es que no se puede escribir de ninguna de las dos maneras. Aunque normalmente 'vaca' y 'baca' se pronuncian igual, se escriben diferente: una, el animal, es con v y la otra, con b. No hay forma correcta de escribirlo.

Me dirás: ¡qué rebuscado eres!; ¡no creo que nadie vaya a utilizar jamás esta expresión en su vida! Y yo te daré la razón: ¿una vaca en una baca?; eso no se ve ni en los dibujos animados. Pero da lo mismo. El razonamiento es igual de válido.

Y, para convencerte, tengo otro ejemplo perfectamente real y de rabiosa actualidad. Vamos con él. La selección española de fútbol basa su éxito en el centro del campo: Xabi Alonso, Busquets, Xavi Hernández, Mata, Cazorla, Cesc…, y algunos más que seguro me olvido, forman un conjunto de futbolistas excelente. Pero, indiscutiblemente, el eje central lo forman los dos /ʃábis/. ¿Cómo lo ponemos? ¡Imposible!

miércoles, 2 de enero de 2013

El expreso de Guantánamo

¿A que parece que vaya a hablar de trenes? Pues no, no voy a hablar ni de trenes ni de transporte ni tampoco de Cuba. De lo que quiero hablar es del español, así en minúsculas. Del español lengua. De la lengua española, vaya. Porque algunas decisiones de las autoridades académicas, no muy alejadas en el tiempo, van a cambiar nuestros hábitos lingüísticos. ¡Hala! ¡Qué exagerado! Vale, bueno, sí, me he pasado un poco. La verdad es que no van a cambiar los hábitos de nadie. La gente va a seguir escribiendo como siempre, igual de bien o de mal que siempre. No creo que vaya a afectar a nadie, salvo, quizá, a algunos forofos lúdicos como el que esto escribe.

El caso es que, y ya voy al grano, ahora el prefijo ex va, normalmente, pegado a la palabra. Y, claro, esta norma académica da mucho juego. Podemos estar hablando de un expreso de Guantánamo, y nuestro interlocutor no saber si nos estamos refiriendo a un tren o a alguien que estuvo preso de los estadounidenses en Cuba. Podemos mencionar al eximio escritor Zutano, y quien eso oye interpretar que hemos cambiado nuestra consideración con respecto a Zutano, al que antes teníamos en la misma estima que un mono y ahora ya no...

Además, esta colocación obligatoria puede dar lugar a vocablos tan jugosos desde un punto de vista lúdico como:
- exexcelente: que ha perdido la excelencia;
- exexcedente: que sobraba y ya no sobra;
- exextranjero...
- exexperto...
Dejo al lúcido lector de estas líneas imaginar las posibles definiciones de semejantes creaciones lingüísticas.

¿Y qué decir de exexexministro, exexexalcalde y similares? Según tenemos nuestra democracia y a nuestra clase política en España, seguro que no es difícil encontrar a un ministro o alcalde o similar que dejó de serlo y, luego, volvió a serlo para, después, volver a dejarlo (no necesariamente por propia iniciativa). E incluso creo que no sería muy complicado encontrar a algún exexexexexministro.

En fin, lo dicho: que el ex puede dar mucho juego. ¿Te animas?