miércoles, 27 de noviembre de 2013

De imprevisto

Lo soltó Christian Gálvez, un famosillo presentador de televisión. Y se quedó tan pancho.

De imprevisto no se dice; se dice de improviso, que equivale a sin prevención ni previsión.

Ya tiene delito que un conductor de un concurso en el que las palabras son la materia prima, Pasapalabra (¡una palabra monovocálica de nivel A5!; ver Efervescentemente, septiembre 2013), meta el cuezo de tal manera. En fin, será cosa de los tiempos que corren.

Por cierto, ¿cómo lo dirías: quedarse tan pancho o quedarse tan ancho? Pues resulta que, a tenor de lo que refleja el diccionario, en este caso se pueden utilizar las dos expresiones:

-       quedarse tan ancho (o quedarse tan fresco, o quedarse más ancho que largo) significa mostrarse despreocupado y tranquilo; y

-       pancho, en cuanto adjetivo, significa tranquilo, inalterado, satisfecho con algo.

Así que si queremos decir que el famosillo Christian soltó una barrabasada lingüística y se quedó tan tranquilo, podemos decirlo de las dos maneras:

-       Christian se quedó tan ancho

-       Christian se quedó tan pancho.

Otra cosa sería que no se llamara Christian sino Pancho. Entonces, para regocijo de este ludolingüista, habría que decir:

-       Pancho se quedó tan pancho.

Y sería una verdad… doble.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

El as de los anagramas

Ya he hablado aquí de los anagramas en un par de ocasiones (Anagramas en el baño y Ana Magra, junio 2013). ¡Sí!, ya sabes, esas palabras que tienen las mismas letras pero en un orden diferente: roca / caro, cocina / acción
Desde un punto de vista lúdico (y solamente lúdico, por supuesto), los anagramas permiten establecer algunas verdades universales… ludolingüísticas. Ahí van tres:
-       Los ecuatorianos lo tienen muy fácil para ser muy buenos aeronáuticos.

-       Quien se apellida Prieto tiene un futuro muy prometedor como perito.

-       Es mejor mantenerse alejado de cualquier Asensio, no sea que se transmute en un asesino.
Como digo, es puro juego. Que nadie se sienta ofendido, por favor.
Pero a mí lo que más me satisface es cuando me topo con anagramas sorpresivos. Es el caso de estos dos que ilustro a continuación:

Llevo años pasando por delante de esta agencia de viajes y hasta no hace mucho no me había dado cuenta de que es un anagrama perfecto. 

Este municipio de la provincia de Barcelona (formado por dos núcleos urbanos) casi es limítrofe con mi pueblo de origen… y hasta este verano no me he dado cuenta de que es anagramático.

Y sorpresivo es también encontrar anagramas… en un crucigrama. Mira este ejemplo de Mambrino, publicado el 13/10/2013 en El País:
-       Revoltijo como no oí jamás à amasijo.
-       Balinesa no, pero sí asiática à libanesa.
-       Mate hormigas con los pies à pise.
-       Narcos camuflados en la City à Carson (por Carson City, capital de Nevada).
-       La lengua de Bután, digo de África à bantú.
-       Cuerpo se ofrece a tía mona à anatomía.
-       Gabinete en Cagliari à Caligari.
-       Fastidia, pero Borja no à joroban.
-       Indígenas con ganas… de seguir en el Congo à sanga.
-       ¿Y un sirenio dando la manita? à manatí.
¡Diez! ¡Nada menos que diez anagramas escondidos en las definiciones!
Además de ser un excelente crucigramista, Mambrino es también un gran anagramista. Por eso me vas a permitir que le conceda el título de ‘el as de los anagramas’. Estás de acuerdo conmigo, ¿verdad?

jueves, 14 de noviembre de 2013

Como tres veces

Los lingüistas llaman parónimos a dos vocablos que se escriben igual o que se pronuncian igual o que se asemejan mucho y tienen significados diferentes. Es el caso, por ejemplo, de cabo (del ejército) y cabo (de una vela) o de ala (de pollo) y hala (exclamación) o de casa (de campo) y caza (furtiva).

Desde este punto de vista, la palabra como da mucho juego, porque puede tener, al menos, dos significados:

-       Por un lado, es la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo comer.

-       Por el otro, puede ser conjunción, adverbio de modo (también interrogativo, en cuyo caso lleva acento)…

Un epigrama de Tomás de Iriarte juega con esta dualidad de como. Veamos:

He reñido a un hostelero.
¿Por qué?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?
Porque donde cuando como
Como mal, me desespero.

(Extraído de ‘Historias de la Historia’, de Carlos Fisas.)

En mi barrio hay un par de restaurantes que también juegan con esa posibilidad ludolingüística que proporciona como. Uno se llama Cómo me lo Como y el otro, Compostela. Me dirás que vale, que el primero está claro, pero que el segundo…


Pues el segundo es un restaurante gallego en cuya entrada, si te fijas bien, indica ¡¡Como en Galicia!! Y uno se pregunta cuál ha sido la intención al escribir esa frase: ¿pretenden decirnos que, cuando uno entre en el local, se sentirá y comerá como si estuviera en Galicia?; ¿o quizá pretenden afirmar que el local es territorio gallego y, por lo tanto, si estoy dentro, estoy comiendo en Galicia? Probablemente, sea lo primero, pero nunca se sabe, con tanta veleidad independentista existente en estos tiempos.

De todas maneras, se podrían haber evitado las dudas que genera esta frase con una redacción distinta, que, además, haría las delicias de cualquier ludolingüista:

¡¡Como como en Galicia!!

Por cierto, se me está ocurriendo que no estaría mal montar un restaurante italiano y ponerle por nombre:

Como como en Como

Seguro que podría convertirse en un lugar de encuentro ideal para ludolingüistas. ¿Alguien se anima?

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cuando los cómics se llamaban tebeos

En realidad, se llamaban a sí mismas 'revistas de humor' o 'revistas juveniles': TBO, DDT, Tio Vivo, Din Dan, Pulgarcito, Mortadelo, Lily (revista juvenil femenina)… eran sus títulos. Lo de 'tebeo' vino precisamente a raíz de la primera o más conocida de todas ellas.
  


 Quiero destacar aquí dos peculiaridades de los tebeos de entonces. Una, que las historietas solían tener títulos rimados para, supongo, resultar más graciosos. Algunos ejemplos:
– Mortadelo y Filemón, agencia de información
– Anacleto, agente secreto
– Doña Tecla Bisturín, enfermera de postín
– Barón, el gato pardo, y el mayordomo Abelardo
– Pascual, criado leal
– Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio
– El Profesor Tragacanto y su clase, que es de espanto
– La familia Trapisonda, un grupito que es la monda
– Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte

Y dos, que los nombres de los protagonistas solían ser 'parlantes'; es decir, que revelaban rasgos de su personalidad o de su oficio. Algunos ejemplos:
– Don Pelmazo
– Don Tacañete
– Pitagorín
– El doctor Cataplasma
– Don Salicilato: un farmacéutico
– Aspirino y Colodión: un par de científicos
– Carpanta: un pobre que vive bajo un puente y que siempre está hambriento
– Rompetechos: un cegatón
– Zipi y Zape: dos hermanos, de moda ahora por una película, que en cada historieta arman un buen zipizape


¡Ah! ¿Que no sabes qué quiere decir zipizape? ¿Y tampoco carpanta? ¿Y menos trapisonda? ¿Y no hablemos ya de colodión? El diccionario está dispuesto a echarte una mano. ¡Úsalo!