martes, 30 de abril de 2013

Istas y ólogos

En la época en que en el Vaticano andaban liados buscando nuevo líder, Javier Marías habló del asunto en 'Hijo del Papa' (El País Semanal, 24 marzo 2013). En el texto, mencionaba las palabras vaticanistas, vaticanólogos, vaticanófilos, vaticanóglotas y vaticanópodos.

Por supuesto, me figuro que ninguna de estas palabras aparece en el diccionario, pero eso no quiere decir que no las pueda crear y utilizar. Precisamente, cualquier sistema de comunicación, y la lengua es uno de ellos, pone a disposición de sus usuarios toda una serie de elementos comunicativos susceptibles de ser manejados con plena autonomía por cada uno de ellos. Claro que si uno quiere que su comunicación sea entendida por los demás usuarios, deberá utilizar convenciones que todos ellos comprendan.

Es lo que ocurre en este caso. Javier Marías ha utilizado palabras compuestas por él con elementos compositivos que todos pueden comprender:
– Leemos vaticanistas y entendemos partidarios del Vaticano (o algo similar), porque estamos acostumbrados a leer madridistas, izquierdistas, juancarlistas… Y no nos extraña este vaticanistas.
– Leemos vaticanólogos y entendemos especialistas o estudiosos del Vaticano, porque hemos leído muchas veces cardiólogo, neurólogo, dermatólogo, geólogo… y sabemos lo que significa.
– Leemos vaticanófilos y entendemos amigos del Vaticano, porque establecemos una relación con germanófilo o anglófilo.
– Leemos vaticanóglotas y entendemos hablantes de vaticanés (me lo acabo de inventar), o algo similar, porque reconocemos la misma estructura que hay en políglota.
– Y leemos vaticanópodos… y no sabemos muy bien qué entender, porque nos acordamos de miriápodo (que tiene muchos pies, como el ciempiés) y no vemos una relación clara con el Vaticano… a menos que nos imaginemos que quiere decir que todos sus pasos se encaminan al Vaticano.

Y a nosotros, ¿qué nos impide hacer lo mismo que Javier Marías? ¿Por qué no utilizamos esos elementos constructivos que nos da el español para ser más creativos en nuestras comunicaciones? ¿Por qué no vamos a poder decir vaticanés? ¿Quién nos lo impide? ¡Nadie! Entonces, ¡juguemos con el lenguaje! ¡Divirtámonos! Es muy saludable.

miércoles, 24 de abril de 2013

Me ejercito en el ejército

Paso a menudo por delante de una fachada que pone ESCUELA DE GUERRA DEL EJERCITO. Así, todo en mayúsculas y sin tildes. Claro que cualquiera que sepa leer no necesita ver la tilde para leer espontáneamente ejército, con el acento en la antepenúltima sílaba. Sobre todo, porque está en una frase junto con la palabra guerra.

Pero uno, que es un poco puñetero, lee ejercito, con acento en la penúltima, que así es como está escrito. Y eso me da pie para plantear un entretenimiento lingüístico.

Hay, en español, palabras que se escriben igual (es decir, que tienen las mismas letras en el mismo orden) y que se diferencian únicamente por la tilde. Es fácil encontrar grupos de palabras bisílabas que cumplan esta característica:
- paso / pasó
- piso / pisó
- caso / casó
- ingles / inglés…

Pero no es tan sencillo encontrar grupos de palabras de tres sílabas o más. Un ejemplo es ejército / ejercito / ejercitó.

Otro, árbitro / arbitro / arbitró.

¿Te atreves tú a buscar más? ¡Ánimo! (¡Ay va! ¡Ya te he dado una pista!)

jueves, 18 de abril de 2013

El ahucio y otras hierbas

Hablaba la semana pasada de los prefijos des- e in- y de que ambos se utilizan para indicar negación o invertir el significado de la palabra a la que se añaden (ver Descomplicada, abril 2013). Esta semana quiero seguir con este mismo asunto, porque han llegado a mis manos un par de ejemplos que muestran que los hablantes de español somos plenamente conscientes de esta función.

El primero es de elmundo.es del 5 de abril. Olga R. Sanmartín nos informa del “documental que Médicos del Mundo ha realizado para denunciar los efectos del decreto que deja sin asistencia sanitaria a los inmigrantes indocumentados”. En el texto de la información, menciona que Álvaro González, presidente de la organización, “se pregunta a dónde nos llevará toda esta política de recortes que no tiene fin, este nuevo In-Salud o sistema que niega la salud”.

Jugando con la denominación abreviada del Instituto Nacional de la Salud y con esa función de negación que tiene el prefijo in-, Álvaro González consigue un resultado impactante: el Insalud se convierte en el In-Salud; el organismo encargado de velar por la salud de la población se transforma en justo lo contrario: un sistema que niega la salud. ¡Muy logrado, la verdad!

El segundo ejemplo es de elpais.com del 3 de abril. Pilar Álvarez nos habla de que “la presión popular de un escrache y la mediación de una diputada del PP frenan un desalojo”. Y titula la información ‘El des-desahucio de Amalia Torres’.

Tampoco es mal hallazgo este, puesto que ya hemos dicho que el prefijo des- invierte el significado de lo que viene detrás: un desahucio que no se ha consumado se convierte en un desdesahucio.

Ahora bien, si desahucio viene de desahuciar y desahuciar está formado con el prefijo des- y el verbo ahuciar, entonces, ¿para qué repetir el prefijo? ¿No nos han dicho siempre que dos negaciones afirman? ¿Por qué no titular simplemente ‘El ahucio de Amalia Torres’? Puestos a ser transgresores… seámoslo a tope.

miércoles, 10 de abril de 2013

Descomplicada

Una conocida mía, colombiana ella, me estaba contando de dos hermanas que ella conocía. En un momento dado, dijo que una era muy coqueta, que siempre vestía bien, elegante…, y que la otra era descomplicada.

No entendía yo bien qué quería decir con descomplicada, y ella me aclaró que eso, que no era nada complicada.

Luego, me acordé de una obra que escribió Álex Grijelmo hace unos años, La gramática descomplicada, que pretendía exactamente eso: presentar las normas gramaticales de forma sencilla. Y es que, aunque no se recoja la palabra en los diccionarios académicos, sí se recoge que una de las funciones del prefijo des- es la de formar palabras con el significado contrario a la palabra a la que se añade.

Por lo tanto, descomplicada es lo contrario de complicada, al igual que desdecirse es negar algo que se ha dicho antes o decir lo contrario de lo que se ha dicho antes.

En este sentido, des- funciona igual que in-, del que ya hemos hablado aquí (ver Ininteresante, enero 2013).  Por lo tanto, lo mismo podría decirse descomplicada que incomplicada, desútil que inútil. Pero, ¿qué hace que usemos una palabra y no otra, un prefijo y no el otro? Y ¿qué nos impide decir desutilidad, inunión o deslegalidad?

miércoles, 3 de abril de 2013

Apellidos parlantes

Curiosa cosa los apellidos. Se van transmitiendo de padres a hijos y de una generación a la siguiente totalmente inmutados. Es como si por ellos no pasaran los años. Y, al final, resulta que uno se apellida Vaquero, del Bosque o Flores… y ya no queda memoria en la familia del porqué. Pero siempre podemos echar mano de la imaginación y pensar que algún antepasado criaba vacas, vivía en el bosque o cultivaba flores...

Y esa misma imaginación es la que nos permite sorprendernos gratamente cuando descubrimos un establecimiento que se llama Collar Joyeros, oficio de lo más apropiado para ese apellido. Y nos resorprendemos cuando a no más de cien metros descubrimos otra tienda llamada Dahora Joyería Relojería.

Pero es mucho más gratificante cuando uno, ludolingüista redomado, descubre relaciones sorprendentes en personas públicas. Y mucho más gratificante todavía cuando estas relaciones son, digámoslo así, contradictorias. Porque:

– ¿Quién va a confiar en un banco  (Santander) cuyo presidente se apellida Botín (Emilio)? Lo lógico es pensar que lo van a esquilmar en menos de lo que canta un... loro (por aquello de la mascota preferida de los piratas).

– ¿Cómo es posible que un presidente de Gobierno elija como ministra de Sanidad a alguien que se apellida Mato (Ana)? Es lógico pensar que la cuestión sanitaria no va a ir de perlas, ¿no?

– ¿Y no sería más sensato que alguien apellidado Pastor (Ana) se encargara de la cartera de Ganadería y no de la de Fomento?

– ¿Y por qué se dedica a la política un Monago (José Antonio) y no a la religión?

– Y ya puestos, ¿a nadie le sorprende que Hollande (François) gobierne en Francia?

Pero lo más de lo más en este asunto ludicoparlante que nos traemos hoy entre manos es el caso del encargado de la Sala de Curas de mi centro de salud. ¿Sabes cómo se apellida? Sacristán.

Sorprendente curiosidad, ¿verdad?