miércoles, 20 de noviembre de 2013

El as de los anagramas

Ya he hablado aquí de los anagramas en un par de ocasiones (Anagramas en el baño y Ana Magra, junio 2013). ¡Sí!, ya sabes, esas palabras que tienen las mismas letras pero en un orden diferente: roca / caro, cocina / acción
Desde un punto de vista lúdico (y solamente lúdico, por supuesto), los anagramas permiten establecer algunas verdades universales… ludolingüísticas. Ahí van tres:
-       Los ecuatorianos lo tienen muy fácil para ser muy buenos aeronáuticos.

-       Quien se apellida Prieto tiene un futuro muy prometedor como perito.

-       Es mejor mantenerse alejado de cualquier Asensio, no sea que se transmute en un asesino.
Como digo, es puro juego. Que nadie se sienta ofendido, por favor.
Pero a mí lo que más me satisface es cuando me topo con anagramas sorpresivos. Es el caso de estos dos que ilustro a continuación:

Llevo años pasando por delante de esta agencia de viajes y hasta no hace mucho no me había dado cuenta de que es un anagrama perfecto. 

Este municipio de la provincia de Barcelona (formado por dos núcleos urbanos) casi es limítrofe con mi pueblo de origen… y hasta este verano no me he dado cuenta de que es anagramático.

Y sorpresivo es también encontrar anagramas… en un crucigrama. Mira este ejemplo de Mambrino, publicado el 13/10/2013 en El País:
-       Revoltijo como no oí jamás à amasijo.
-       Balinesa no, pero sí asiática à libanesa.
-       Mate hormigas con los pies à pise.
-       Narcos camuflados en la City à Carson (por Carson City, capital de Nevada).
-       La lengua de Bután, digo de África à bantú.
-       Cuerpo se ofrece a tía mona à anatomía.
-       Gabinete en Cagliari à Caligari.
-       Fastidia, pero Borja no à joroban.
-       Indígenas con ganas… de seguir en el Congo à sanga.
-       ¿Y un sirenio dando la manita? à manatí.
¡Diez! ¡Nada menos que diez anagramas escondidos en las definiciones!
Además de ser un excelente crucigramista, Mambrino es también un gran anagramista. Por eso me vas a permitir que le conceda el título de ‘el as de los anagramas’. Estás de acuerdo conmigo, ¿verdad?

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