Las palabras tienen carga semántica: significan algo. Ese significado actual probablemente será el resultado de una carrera vital que empezó mucho tiempo atrás, cuando la palabra fue creada (o importada, copiada, incorporada…) por los hablantes, y se desarrolló en varias etapas, según el uso o no uso que le fueran dando. Al final, las palabras que usamos en la actualidad tienen un significado (en muchos casos, varios). Pero, no solo…
Las palabras también suenan, tienen un sonido que las caracteriza. Sonido que también se ha ido formando en esa carrera vital de la que hablo. Y los sonidos tienen significado. Y no me refiero aquí al sonido de un cristal que se rompe, al chirrido de un coche que frena en seco, al estallido de un disparo… que todos identificamos nada más oírlos. Me refiero a que, por ejemplo, no suena igual una palabra con íes y es que otra palabra con aes y oes, o una palabra con tes y cas que otra con emes y des.
Veamos un ejemplo: trikete y malvonda. Estas dos palabras, inventadas las dos, transmiten cosas diferentes precisamente porque suenan de forma diferente. Contéstame a una pregunta: si te dijera que cada una de estas dos palabras designa una de las dos figuras de abajo, ¿qué palabra dirías que corresponde a cada figura?
No, no me lo cuentes. Ya sé la respuesta.
Haz la prueba con tus conocidos. Te garantizo un resultado idéntico.
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