Érase una vez un cigoñino recién salido del nido que estaba descubriendo el mundo. En esas se topa con un animal desconocido y le pregunta:
— Tú, ¿qué eres?
— Yo soy un perro lobo.
— ¡Un perro lobo! ¿Y eso cómo puede ser?
— Pues porque mi papá es un perro y mi mamá, una loba, y yo soy un perro lobo.
— ¡Ah! ¡Muy bien! ¡Encantado de conocerte!
Sigue camina que camina el cigoñino y, al rato, se encuentra con otro animal desconocido y le pregunta:
— Tú, ¿qué eres?
— Yo soy un oso hormiguero.
El cigoñino se queda un rato pensativo y, de repente, exclama:
— ¡Anda ya!
Recién salido del nido, pero nada tonto, el cigoñino, ¿verdad?
El caso es que hay animales con nombres la mar de curiosos… Porque, ¿no me digas que no es curioso el urogallo? ¿Qué tipo de animal es? ¿Un cruce de uro y de gallo? ¡Pero si el uro desapareció de la faz de la tierra hace ya la torta de años! ¿Y cómo se llama su hembra? ¿Urogallina? ¿Y si un urogallo se muestra altivo y chulito, será un urogallito? Preguntas que, a buen seguro, el cigoñino listo de nuestra historia no dejaría de hacer si se topara con uno.
¿Y qué me dices del gallipato? ¿Es un cruce de gallo y de pato?
¿Y la foca monje?
Pues eso, lo dicho: nombres curiosos de la fauna en español.
¡Ah! Por cierto: una buhardilla no es un animal. Lo digo por si se te había pasado por la cabeza que podría serlo... ¡Je, je!
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