Ya la gallega
llega
y me comenta:
menta.
La catalana:
lana.
La andorrana:
rana.
La sevillana:
llana.
La italiana:
liana.
La mallorquina:
quina.
La alicantina:
tina.
La madrileña:
leña.
Y el andaluz:
luz.
La cordobesa
besa.
Una noruega
ruega
y se procura
cura.
La orensana
sana.
Una francesa
cesa
y la bandeja
deja.
Una polaca
laca
y se barniza
Niza.
La alemana mana
cual un afluente fluente.
La guineana Ana,
con la argelina Lina
y la chadiana Diana,
les arrebata Bata
al mexicano cano
y al luxemburgués burgués.
Como
digo a menudo, lo importante no es el mensaje, que siempre suele dejar mucho
que desear, sino el juego. ¿Te apetece jugar? ¿Sí? Busca un tema cualquiera que
te pueda servir de excusa, como a mí los gentilicios, y ponte manos a la obra.
Si no te sale a la primera, no te rindas. Persevera. Verás como al final
consigues un resultado que te agrade. ¡Ánimo!
Voy a
terminar este texto con un eco, digámoslo así, gramático:
¿Quién le coloca, loca,
a la Clotilde tilde?
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