miércoles, 9 de diciembre de 2015

Emilio, de juernes

Lo oí por primera vez hace ya unos años en una conferencia de la cual ya no recuerdo ni el tema ni al conferenciante. Sí recuerdo que en su intervención utilizó y explicó dos conceptos: lo glocal y lo egolectivo. Por supuesto, ninguna de estas dos palabras está en el diccionario normativo, pero su significado no ofrece ninguna duda si nos atenemos  a su procedencia: glocal es la fusión de global y local; egolectivo es la fusión de ego y colectivo.

Ahora he vuelto a ver la primera de ellas en un titular de periódico (entrecomillada eso sí), lo que me hace pensar que se va asentando en el lenguaje, al menos, de una parte de la comunidad hispanoparlante. Ya falta poco para que se incluya en los diccionarios de uso, primer paso para llegar al diccionario normativo académico.

elpais.com

 
Otra palabra de reciente creación que tampoco encontraremos en los diccionarios es veroño (fusión de verano y otoño), que, como indica el destacado de la información que sigue, es “el verano del otoño”.
 
elpais.com

 
 Y tampoco hallaremos juernes (fusión de jueves y viernes) en el diccionario.
 
farodevigo.es
 
Y, a pesar de que hace mucho tiempo que se utiliza, tampoco aparecerá emilio como adaptación del inglés ‘e-mail’.
 
Y mucho menos emeterio, que es como llamaban (no sé si ahora también) a los conductores de la EMT (Empresa Municipal de Transportes) de Madrid hace algún tiempo.
 
Y avelino tampoco, que así llaman algunos a las personas que usan el AVE para ir a trabajar.
 
Y eleno menos, que es como designan a los miembros del ELN (Ejército de Liberación Nacional) en Colombia.
 
Y seguro que busquimano (contracción de buscar a mano) tampoco, que es el vocablo con el que se conoce a los rastreadores de alijos de droga perdidos en el mar en algunos puntos del sur de Andalucía.
 
Todas estas palabras surgen de la creatividad de los hablantes, de la necesidad que tienen de designar realidades nuevas. Es un procedimiento de, digámoslo así, etimología popular, similar a lo que conté en Pendejuelas y churreterías.
 
Y no es de descartar que, en un futuro no muy lejano, algunas terminen en el diccionario normativo. Este ha sido el caso de bebercio, formado a imitación de comercio, al asimilar comer - comercio y beber - bebercio, cuando realmente comercio no tiene nada que ver con comer.
 
¡La imaginación al poder… también en el uso del lenguaje!


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