En estos días se está hablando, y mucho, de Urdangarin y el lío judicial en el que está metido. La semana pasada hubo una actuación del juez que lleva el caso que despertó el interés de los medios de comunicación, que se preocuparon por conocer las posibles medidas que el rey pudiera tomar.
En un canal de televisión (la Sexta), titularon la noticia así: “La Casa Real no va a tomar medidas hasta que no declare García Revenga”. En otro canal (TVE 1) hablaron de que “la Casa Real no va a tomar medidas hasta que declare García Revenga” o “… hasta que se produzca la declaración” o algo similar. La verdad es que no recuerdo bien las palabras precisas que dijo el presentador, pero para el caso da lo mismo. La cosa es que en un sitio dijeron “hasta que no declare” y en el otro, “hasta que declare”. Y lo curioso es que ambas frases significan lo mismo… ¡a pesar de que una de ellas lleva un adverbio de negación de lo más contundente!
En español, todas las palabras tienen un significado: casa, guitarra, tijera… Hay incluso algunas que tienen varios: gallina, cabo, golfo… Es lo normal y lógico. Por eso es tan sorprendente encontrarse con palabras que, en determinadas frases, no tienen ningún significado, es como si no estuvieran. Es lo que ocurre en el caso de la noticia sobre Urdangarin, y en otros ejemplos similares:
- No empezaremos hasta que vengas / No empezaremos hasta que no vengas
- Por poco me toca el gordo / Por poco no me toca el gordo
- ¡Cómo estará el interior del garaje, viendo cómo tienen la puerta! / ¡Cómo no estará el interior del garaje, viendo cómo tienen la puerta!
- Es mejor correr que llegar tarde / Es mejor correr que no llegar tarde
Mira que es contundente el significado de no, ¿verdad? Pues en las frases segundas de estos ejemplos, no significa nada. La misma frase, con o sin no, dice lo mismo. Total: que está pero es como si no estuviera. Y yo me pregunto: entonces, ¿por qué lo ponemos?
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