No, no voy a referirme al filósofo francés autor del ‘Discurso del método’, entre otras obras filosóficas y científicas. No. Hoy quiero hablarte de un nuevo juego lingüístico llamado así, descartes, de descartar, como en aquellos juegos de naipes en que uno desecha las cartas que no le valen.
La dinámica del juego consiste en encontrar una palabra que se diferencie de otra solamente en que tiene una letra menos, el descarte. Luego, debes crear un texto en el que la palabra más larga aparezca antes que la palabra con el descarte, y cuanto más cercana la una de la otra mucho mejor. Como siempre digo, el texto debe tener coherencia, ser comprensible y poder ser utilizado sin problemas en un contexto adecuado. Unos ejemplos:
- Ahorra ahora.
- La Rioja, con la Roja.
- El panadero toca el pandero.
- Comer pescadilla es una pesadilla.
- Las muñecas hacen muecas.
En la primera frase, descartamos una r; en la segunda, una i; en la tercera, una a; en la cuarta, una c, y en la quinta, una ñ.
Por supuesto, cuanto más largo sea el texto y más descartes contenga, mejor. Para eso, primero tendrás que recopilar unos cuantos descartes y, luego, combinarlos para darles un sentido. Por ejemplo:
La miedica de la médica, con ojo clínico y un '¡jo!' cínico, habla:
—¡Hala! Los genitales están geniales. Aun así, el viernes vienes.
¡Hala, pues! Ahí te dejo este nuevo entretenimiento ludolingüístico. Ya sabes: la paciencia es primordial para lograr buenos resultados. ¡Persevera!
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