¡Curioso! Nunca antes había oído ni leído esta palabra y, en poco más de un año, la he leído ya tres veces, en dos libros distintos. Uno es 'Me hallará la muerte', de Juan Manuel de Prada, en el que lo he leído dos veces:
El hombre le pidió un coñá, quizá intimidado por la panoplia de botellas de formas superferolíticas o mariconiles que se alineaban en el mueble-bar.
El pope de la mesa contigua ya se sabía diana de sus burlas, pero aún perseveró en su jerga superferolítica [...]
Y el otro es 'Pasos sin huellas', de Fernando Bermúdez de Castro:
Barnes es un encantador barrio londinense. No tiene la prestancia de otros más superferolíticos, pero no puede negarse su gracia casi bucólica.
¡Tres en un año! Curioso, ¿no?
Dice el diccionario que superferolítico significa excesivamente delicado, fino, primoroso. ¡Pues eso será!
Este segundo libro del que hablo, el de Bermúdez de Castro, está repletito de palabras raras, al menos para mí, palabras que no había visto nunca y que, por lo tanto, no he usado en la vida. Y quiero mencionarlas aquí porque son especiales a mi modo de ver, por su sonoridad, por su contundencia, también por su belleza. Ahí van.
Emascular:
— […] ¿te he dicho alguna vez que eres hijo de padre emasculado?
— […] Un insulto aparentemente propio de un imbécil, pero que no lo es, ya que al llamarme hijo de tal padre se pone en duda su masculinidad y se llama ramera a mi madre.
Emascular significa capar, y lo he oído hace poco también en una serie de televisión sobre crímenes.
Coruscante:
— […] todas mis obras literarias… se caracterizan por un hedonismo explosivo y coruscante.
Coruscante significa que brilla, y es, dice el diccionario, un adjetivo poético.
Flébil:
— […] limitóse a echar humo por su flébil nariz y a guiñarme un ojo.
Es otro adjetivo poético que significa lamentable, triste, lacrimoso.
Zaquizamí:
—Sabia amiga mía, yo nunca pisaré ese sucio y rocambolesco zaquizamí del subsuelo de la rue de l'Eperon. Me llenaría de piojos.
Significa casilla o cuarto pequeño, desacomodado y poco limpio.
Lipemaníaco:
[…] Respondí, no muy cortésmente, que en mi opinión Antonio se había suicidado porque toda su vida había sido un lipemaníaco, un mimado de la fortuna y un inepto para saborear los bienes que esa fortuna le había dispensado.
Lipemaníaco es alguien que padece lipemanía, y lipemanía es melancolía, monomanía caracterizada por la tristeza.
Sandio:
¿Quién demonios puede afirmar que un cisne no piensa? ¿No pensamos los hombres, aun los más sandios?…
Un sandio es un necio o simple.
No sé si tendré la oportunidad de usar estas palabras alguna vez, pero me parece que, si lo hago, me veré obligado a añadir un sinónimo o una explicación, porque me temo que no sean conocidas de mucha gente. Si llego a utilizarlas en algún momento, prometo contarte la reacción de mis interlocutores. Y si lo haces tú, cuéntalo también. Tengo curiosidad por ver qué reacciones se dan.
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