miércoles, 26 de noviembre de 2014

Hay que ver

Dos compañeras de trabajo salen de una reunión comentando algo de lo que acaban de tratar. Al terminar, ya en el pasillo, se separan y cada una tira para un lado. Para despedirse, una le dice a la otra:
Te veo.
Sigue pasillo adelante y se cruza de frente con alguien que solo ha oído la última frase y que, con cierta guasa, le dice:
Que sepas que ahora se dice cómic.

El periodista le hace al artista una pregunta que considera sesuda, inteligente:
¿Qué es el arte?
Y el artista, algo guasón, le responde:
Helarte es morirte de frío.

El alumno se levanta y pregunta:
Uve se escribe con uve, ¿verdad, maestro?
Y el maestro, con ganas de hacerle un poco la puñeta e intención de hacerle pensar, le contesta:
Uve se escribe con ve
   Hube se escribe con be

Son tres ejemplos de posibles equívocos causados por lo hablado: te veo y tebeo (ver Cuando los cómics se llamaban tebeos) se pronuncian igual; el arte y helarte, también; uve y hube, lo mismo; ve y be, igualmente.

Ya lo he mencionado en alguna otra ocasión: al escribir y al hablar, enviamos mensajes que creemos claros y sin posibilidad de ser malinterpretados. Pero, en ocasiones, quien nos lee o nos escucha puede interpretarlos de forma distinta. Y si, además, ese ‘quien’ tiene ganas de un poco de diversión ludolingüística, ya está formado el lío.

Al contestar a un correo electrónico, escribe:
Muy interesante. ¡Hay que ver, no se te pasa una! Por cierto, es “hay que ver” y no “ay que ver”, ¿verdad?”
Y la respuesta que recibe es:
En realidad es:
Hay que ver
¡Ay! ¿Qué ver?
¡Ah! Y ¿qué ver?
¡Ay! ¡Qué Wert!
[referido al ministro de Educación]

 

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Torios y tecas

Manifestorio. Es la alternativa que propone Álex Grijelmo (en ‘Manifestaciones que correrán por una pista’, en su sección La punta de la lengua, El País Domingo, 06/04/2014) para reemplazar la palabra manifestódromo, utilizada habitualmente en los medios de comunicación.

Lo justifica diciendo que "¿qué prisa tendrán las manifestaciones para que las lleven a un lugar que etimológicamente significa 'pista de carreras'?", al igual que ocurre con hipódromo o canódromo. Y añade que manifestorio es una alternativa morfológicamente correcta: el sufijo -torio forma adjetivos y sustantivos derivados de un verbo, a fin de significar un lugar. Y menciona sanatorio, dormitorio, observatorio, a los que podemos añadir mingitorio, vomitorio, locutorio, auditorio, tanatorio, laboratorio… Todos ellos, lugares donde se sana, se duerme, se observa…

Otro sufijo que se utiliza en palabras que indican lugares es -teca. En este caso, indica el lugar donde se guarda algo: discoteca, filmoteca, biblioteca, xeroteca… En los últimos tiempos, también han aparecido las mediatecas. Y más recientemente las vinotecas

las oleotecas 

alguna farmateca 

que más que lugares donde se guardan cosas, son establecimientos comerciales en los que se venden cosas. Vamos, tiendas como las demás, pero que pretenden distinguirse del resto con esos nombres de resonancias tan, digamos, elevadas.

Por otra parte, si uno puede imaginarse qué tipo de productos venderá una eroteca, 

 le resulta un poco más difícil imaginarse qué encontrará en una sexoteca. 
Tú, ¿qué crees?

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Teleauto

Ya he hablado en otra ocasión de la etimología (ver Pendejuelas y churreterías). La verdad es que siempre me ha parecido una manera interesante y muy entretenida de conocer una lengua: hurgar en el origen de las palabras, conocer cómo se formaron y evolucionaron proporciona un mejor conocimiento de ellas… y un entretenimiento añadido.

Los especialistas hablan de dos mecanismos principales de formación de palabras: la derivación y la composición. Para no alargarnos mucho, diré que se habla de derivación cuando una palabra deriva de otra por adición de algún afijo; por ejemplo, recordatorio deriva de recordar por adición del sufijo -torio; prerromano deriva de romano por adición del prefijo pre-. Y se habla de composición cuando una palabra se forma por adición de varias palabras o elementos compositivos (también si son de otras lenguas, especialmente del latín y el griego); es el caso de vaivén, lavavajillas y neurología, por ejemplo.

Y lo que a mí siempre me ha fascinado es la maña que se dan determinados elementos compositivos para transformarse con el paso del tiempo, para cambiar su significado original. Bueno, eso es una forma de hablar: en realidad, los elementos compositivos y las palabras no hacen nada de nada; somos nosotros, los hablantes, los que producimos las transformaciones. ¡Vale ya! Basta de cháchara y al grano.

Un ejemplo de lo que estoy diciendo es el del prefijo tele-. Su significado original, procedente del griego, es el de 'a distancia', y así se trasladó a un montón de palabras: telefonía (hablar a distancia), telegrafía (escribir a distancia), televisión (ver imágenes a distancia), telecomunicación (comunicación a distancia), teledirigir (dirigir a distancia), telequinesia (desplazar objetos a distancia)…

Cuando la televisión llegó a convertirse en el principal entretenimiento de los hogares, empezó a aparecer una nueva remesa de palabras formadas con tele-: teleprograma, telefilme, telecomedia, telenovela, telespectador, teleadicto, telebasura, telediario, telenoticias

En este caso, el significado de tele- ya no es el de lejanía, sino el de televisión. Así que, ahora, tenemos dos significados para tele-: distancia y televisión, y ambos están plenamente vivos.

Otro ejemplo es el de auto-. Su significado original, también procedente del griego, es el de 'propio o por uno mismo': automóvil (que se mueve por sí mismo),  autoadhesivo (que se adhiere por sí mismo), autobiografía (biografía de alguien escrita por él mismo), autodestrucción, autodominio, autoestima, autogol, automedicación, autorretrato

Pero también hay otro grupo de palabras que empiezan por auto- cuyo significado no tiene que ver con el original sino con el de automóvil: autocine, autopista, autovía, autoestop, autódromo, autoescuela

Estos mecanismos no hacen más que enriquecer la lengua. Lástima que siempre haya quien no acabe de enterarse bien de qué va el asunto:
  



Si suicidio ya significa matarse a sí mismo, ¿un autosuicidio será matarse a sí mismo dos veces? ¡Ah, no! Debe ser matarse a sí mismo con un coche. Eso es, ¿verdad?

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Bribón y demás

En Apellidos parlantes, hablé de la sorpresa, ludolingüísticamente gratificante, que le proporciona a uno el hecho de descubrir relaciones contradictorias entre determinados apellidos de personas públicas y el cargo o puesto que desempeñan. Hablaba, entonces, del banquero Botín, de la ministra de Sanidad Mato y de algunos personajes más.

Pues bien, en El Punt Avui, periódico en catalán, del 10/10/2014, publicaron este chiste gráfico:



Me permito traducir los textos:
            Yate del rey: Bribón
            Banquero: Botín
            Ministra Sanidad: Mato
            ¡Qué país!
            (Chiste popular)

Pues eso.