Pues resulta que el diminutivo de mano, que aquí en España es manita, en muchos lugares de América es manito. Curioso, ¿verdad?
En realidad, si te pones a pensarlo, es lo más normal del mundo: si un sustantivo termina en -o, ¿por qué no va a terminar también en -o su diminutivo? ¿Acaso no decimos también la motito y la fotito como diminutivos de moto y foto?
¿Y acaso no hacemos terminar en -a los diminutivos de los sustantivos masculinos que acaban en -a?: un problemita, un mapita, un curita…
Por lo tanto, la manito está más que justificado.
Y ya puestos, ¿por qué no vamos a poder decir el bebite (diminutivo de bebé) o el principite (de príncipe), acabados en -e como las palabras de las que se derivan?
¡A ver si va a resultar ahora que seguir las normas es una transgresión!
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