El otro día, haciendo el crucigrama de El País (11/05/2014), me encontré con la siguiente definición: “Igual dejan sin alas que sin sal”. Y la respuesta era… “desalan”.
¡Muy logrado, Mambrino!, pensé. Y es que es verdad: desalar puede ser tanto "quitar la sal a algo, como a la cecina, al pescado salado, etc.", como "quitar las alas". En el DRAE constan dos entradas con estos dos significados.
Por lo tanto, si en un restaurante pedimos pez volador para cenar y el cocinero nos dice que lo desaló antes de cocinarlo, yo puedo entender que lo que hizo fue quitarle la sal, y mi acompañante, que lo que hizo fue quitarle las alas.
Si el cocinero nos hubiera dicho que, antes de cocinarlo, lo desaló y lo desaló, quizá nos habría aclarado mejor la cosa… o quizá nos habría complicado la existencia un poco más.
Tanto de- como des- son prefijos que pueden indicar inversión del significado del vocablo al que se anteponen. Por lo tanto, de-salar es una cosa y des-alar, otra.
Y lo mismo puede ocurrir con des-agrado (que significa disgusto, descontento) y de-sagrado (que ha dejado de ser sagrado).
O con des-atinar (no acertar) y de-satinar (quitar al papel o a la tela la tersura y el lustre que tenía).
Este es uno más de los malentendidos que pueden causar los prefijos, si uno no anda ducho en su uso... o si uno quiere buscarle cinco o seis pies al gato, como el que esto suscribe. Ya he mencionado en alguna ocasión otros casos similares. Me limitaré a recomendarte dos: Más expresos y Probable.
¿Te animas a buscar una historia, similar a la del pez volador, para poder utilizar los dos desagrado? ¿Y para los dos desatinar? ¡Venga! ¡Anímate!