miércoles, 25 de junio de 2014

Desalar dos veces

El otro día, haciendo el crucigrama de El País (11/05/2014), me encontré con la siguiente definición: “Igual dejan sin alas que sin sal”. Y la respuesta era… “desalan”.

¡Muy logrado, Mambrino!, pensé. Y es que es verdad: desalar puede ser tanto "quitar la sal a algo, como a la cecina, al pescado salado, etc.", como "quitar las alas". En el DRAE constan dos entradas con estos dos significados.

Por lo tanto, si en un restaurante pedimos pez volador para cenar y el cocinero nos dice que lo desaló antes de cocinarlo, yo puedo entender que lo que hizo fue quitarle la sal, y mi acompañante, que lo que hizo fue quitarle las alas.

Si el cocinero nos hubiera dicho que, antes de cocinarlo, lo desaló y lo desaló, quizá nos habría aclarado mejor la cosa… o quizá nos habría complicado la existencia un poco más.

Tanto de- como des- son prefijos que pueden indicar inversión del significado del vocablo al que se anteponen. Por lo tanto, de-salar es una cosa y des-alar, otra.

Y lo mismo puede ocurrir con des-agrado (que significa disgusto, descontento) y de-sagrado (que ha dejado de ser sagrado).

O con des-atinar (no acertar) y de-satinar (quitar al papel o a la tela la tersura y el lustre que tenía).

Este es uno más de los malentendidos que pueden causar los prefijos, si uno no anda ducho en su uso... o si uno quiere buscarle cinco o seis pies al gato, como el que esto suscribe. Ya he mencionado en alguna ocasión otros casos similares. Me limitaré a recomendarte dos: Más expresos y Probable.

¿Te animas a buscar una historia, similar a la del pez volador, para poder utilizar los dos desagrado? ¿Y para los dos desatinar? ¡Venga! ¡Anímate!

miércoles, 18 de junio de 2014

‘Monclovitas’ y ‘genovitas’

Es el título del artículo que publicó Toni Aira en su columna ‘La cortina de humo’ de El Periódico del 29 de diciembre de 2013. Por supuesto, ninguna de esas dos palabras entrecomilladas está presente en el diccionario, pero ¿a que las entiendes perfectamente sin que nadie te las tenga que explicar?

Y es que no nos cuesta nada identificar la raíz de moncloa en la primera y de génova en la segunda, ambas acompañadas del sufijo -ita en plural. Y si sabemos, como sabemos, que el sufijo -ita suele formar gentilicios (como vietnamita o moscovita) y otros adjetivos que indican pertenencia (como jesuita o carmelita), pues ya sabemos qué nos quiere decir el autor con esas dos palabras: los monclovitas son personas cercanas a la Presidencia del Gobierno de España (el Palacio de La Moncloa es su sede) y los genovitas son personas cercanas al Partido Popular (su sede central está en la calle Génova de Madrid).

Claro que, si pensamos que la Presidencia del Gobierno de España la ostenta una persona del Partido Popular, pues, la verdad, uno no termina de comprender muy bien las sutilezas que nos quiere transmitir Toni Aira. Pero, bueno, eso es harina de otro costal.

No sé si ambas palabras serán, o no, cosecha propia del autor del texto. Da igual. Lo interesante es que son dos palabras creadas por un hablante de español utilizando los mecanismos que la lengua le proporcionaba. Y todo ello, además, sin menoscabo de la comprensión y de la buena comunicación. Es algo similar a lo que hizo Javier Marías en uno de sus artículos (ver Istas y ólogos).

Ahora bien, para ser coherentes con los mecanismos lingüísticos del español, lo correcto hubiera sido decir moncloítas (derivado de Moncloa) y no monclovitas (derivado de una inexistente Monclova). Claro que la presencia de esa v de más puede deberse a la influencia de la otra palabra, genovitas (derivado de Génova), que sí la lleva.

¿Acaso quiere eso transmitirnos sutilmente la percepción de que en La Moncloa se nota mucho –¿quizás demasiado?– la influencia de Génova? ¿Acaso significa eso que…? ¡Vade retro, Ángel! ¡No te metas en esos berenjenales!

¡Disfrutemos del lenguaje y juguemos con las palabras! ¡Todos somos hablantes de español y todos podemos ser creadores de palabras nuevas!
¡A divertirse, pues!

miércoles, 11 de junio de 2014

DxT

Cuando el estallido inicial de los periódicos gratuitos, durante una temporada hubo en Madrid uno deportivo: llevaba por cabecera DxT, así tal cual. La primera vez que lo vi, no supe a qué atenerme, porque leí 'de-equis-te', cosa que no me proporcionaba ninguna pista sobre el contenido de la publicación. Luego, al ver que las noticias eran todas de carácter deportivo, caí en la cuenta: había que leer DxT como 'de-por-te'.


Eso de utilizar los nombres de las consonantes como si fueran sílabas y crear palabras con ellas es un mecanismo de creación ludolingüística. Es el camino contrario que han recorrido palabras ya consolidadas como elepé (procedente de la pronunciación de las consonantes LP) y otras (ver El siglo de las siglas).

Es un recurso del que se sirven algunas empresas o establecimientos para tratar de destacarse del resto. En mi barrio, por ejemplo, existe un establecimiento que emplea, al mismo tiempo, letras y números en su denominación:
  

Recuerdo ahora una ecuación que, en la época en que nos tocó aprender binomios y polinomios, circulaba entre los educandos:

2P2+K2 y A+A2 = KK

Desde una perspectiva matemática, no tiene ningún sentido por supuesto; desde una perspectiva ludolingüística, es la puerta a un mundo de divertimentos varios. ¿Te apetece entrar?

miércoles, 4 de junio de 2014

Descartes

No, no voy a referirme al filósofo francés autor del ‘Discurso del método’, entre otras obras filosóficas y científicas. No. Hoy quiero hablarte de un nuevo juego lingüístico llamado así, descartes, de descartar, como en aquellos juegos de naipes en que uno desecha las cartas que no le valen.

La dinámica del juego consiste en encontrar una palabra que se diferencie de otra solamente en que tiene una letra menos, el descarte. Luego, debes crear un texto en el que la palabra más larga aparezca antes que la palabra con el descarte, y cuanto más cercana la una de la otra mucho mejor. Como siempre digo, el texto debe tener coherencia, ser comprensible y poder ser utilizado sin problemas en un contexto adecuado. Unos ejemplos:

-       Ahorra ahora.
-       La Rioja, con la Roja.
-       El panadero toca el pandero.
-       Comer pescadilla es una pesadilla.
-       Las muñecas hacen muecas.

En la primera frase, descartamos una r; en la segunda, una i; en la tercera, una a; en la cuarta, una c, y en la quinta, una ñ.

Por supuesto, cuanto más largo sea el texto y más descartes contenga, mejor. Para eso, primero tendrás que recopilar unos cuantos descartes y, luego, combinarlos para darles un sentido. Por ejemplo:

La miedica de la médica, con ojo clínico y un '¡jo!' cínico, habla:
—¡Hala! Los genitales están geniales. Aun así, el viernes vienes.

¡Hala, pues! Ahí te dejo este nuevo entretenimiento ludolingüístico. Ya sabes: la paciencia es primordial para lograr buenos resultados. ¡Persevera!