miércoles, 12 de febrero de 2014

¡Ay, mi madre!


Hay en mi barrio una franquicia de fruterías que se llama ¡AY MADRE! La Fruta. Tiene varios establecimientos y, cosa curiosa, en cada uno de ellos han puesto el nombre de una manera diferente.

 Con el signo exclamativo de apertura delante y el de cierre detrás



 
Con el signo exclamativo de cierre delante y detrás

Con el signo exclamativo de cierre delante y el de apertura detrás

Como puedes ver, las letras las dominan como nadie, pero los signos... ¡Ay, los signos! Solo les falta una opción para tener todas las posibilidades existentes: con el signo exclamativo de apertura delante y detrás.

Ya he mencionado aquí en otra ocasión (ver Interroguexclamo) que el uso de dos signos, uno de apertura y otro de cierre, en las frases exclamativas e interrogativas es una de las peculiaridades del español. Pero, claro, habría que procurar utilizarlos correctamente. Más que nada para no hacer el ridículo… como es el caso de esta periodista de El País, que escribe dos veces la frase, con los signos de dos formas diferentes, y las dos veces mal:







¡Por Baco! ¿Dónde se ha visto semejante despropósito?

miércoles, 5 de febrero de 2014

Se vende información

España debe de ser el paraíso de los espías. Desde luego, si yo fuera uno de ellos, estaría encantado de poder trabajar aquí. ¿Por qué? Pues porque conseguir información está tirado. En cualquier localidad encuentras lugares en los que te ofrecen información. Y no creas que se hace a escondidas, no. Nada que ver con esas películas clásicas de espías, en las que todo transcurría en penumbra o, directamente, por la noche, y en las que, como no supieras a qué puerta llamar, no te enterabas de nada. No, aquí en España, ¡los confidentes se anuncian! ¡Sí! ¡Con grandes carteles a la puerta de sus casas!
¿Que no te lo crees? Pues mira este cartel.


Y como ese hay cientos en cada ciudad. Increíble, ¿verdad?

Ahora bien, si el hecho de que la información se venda es sorprendente, todavía lo es más saber que también se alquila. ¡Sí, como lo oyes! Si quieres, puedes alquilarla.


No está mal pensado, ¿no crees? En vez de comprarla, que seguramente te costará una pasta, la alquilas, pongamos, por una semana, que te costará menos. Durante esa semana, tú puedes utilizarla y el alquilador no puede alquilársela a otro. Claro que, una vez acabado el alquiler, ¿qué haces con la información? ¿Cómo la devuelves? ¿Te tienes que olvidar de ella y hacer como si no la hubieras oído? ¿Y si el alquilador se la alquila después a un espía de la competencia? ¡Mmm! No sé. No lo veo muy claro eso del alquiler. Pero lo de la venta de información sí que es la bomba.

Lo dicho: el paraíso de los espías.

miércoles, 29 de enero de 2014

Simetrías

Si te digo que el IVA es un impuesto simétrico y que el IRPF no, quizá me contestes:
—¡Lo que tú digas! Yo no entiendo nada de fiscalidad.

Si te digo que Toyota y Yamaha son dos marcas simétricas y que Seat y Renault no, quizá no sepas qué decirme, y te quedes pensativo.

Si te digo que el taxi es un transporte simétrico y que el autobús no, quizá empieces a mosquearte.

Y si te digo que mi mamá es simétrica y mi papá no, ya sí que me dirás:
—¡Tío, estás como una chota! ¡Déjame en paz!

¡Vale! Quizá lo entiendas mejor así:
     IVA | IRPF
     TOYOTA - YAMAHA | SEAT - RENAULT
     TAXI | AUTOBÚS
     MI MAMÁ | MI PAPÁ

¿Lo coges? ¿Todavía no? Una pista: las mayúsculas son la clave.

Hay un entretenimiento lingüístico que consiste en formar palabras utilizando solo aquellas letras que son simétricas. Y para ese juego se utilizan las mayúsculas, más propensas a ser simétricas que las minúsculas… aunque, bien es verdad, tampoco es que haya muchas.

Y así, puede uno jugar a buscar meses simétricos (MAYO), nombres simétricos (XAVI, AVA, MÁXIMO), parientes simétricos (TÍO, TÍA, MAMÁ), marcas simétricas (MAHOU, YOMVI), estados simétricos (OHIO)… y todo lo que a uno se le ocurra.

Claro que también puede uno entretenerse en buscar la palabra simétrica más larga posible. Ahí te dejo una con 8 letras: AUTÓMATA.

La cuestión es pasar un rato bien entretenido.

Otra opción es estar ojo avizor y no dejar escapar las piezas que se te cruzan en el camino… sobre todo si están presentadas de forma que potencian su simetría. Es el caso de este restaurante:

También el de esta academia: 

Y el de esta marca de bicicletas eléctricas:


… aunque en este caso se lea un poco mal.

Lo dicho: el objetivo es divertirse, también, con la lengua. ¡Venga, pues!

miércoles, 22 de enero de 2014

Patronímicos

Una característica que el español comparte con otras muchas lenguas son los patronímicos, los apellidos derivados de nombres de persona, que se forman con el sufijo -ez. Y tenemos un montón:

Álvarez, Bernárdez, Benítez, Blázquez, Diéguez, Domínguez, Enríquez, Estévez, Fernández, González, Hernández, Jiménez, López, Martínez, Méndez, Núñez, Pérez, Ramírez, Rodríguez, Sánchez, Velázquez…

Algunos de estos patronímicos derivan de nombres propios que ya no son muy usados en la actualidad. Es el caso de, por ejemplo, Blázquez (de Blasco), López (de Lope) y Méndez (de Mendo). Sin embargo, todavía guardamos memoria de ellos, porque hemos oído hablar del escritor Blasco Ibáñez; del Fénix de los Ingenios, Lope de Vega, o de la obra 'La Venganza de Don Mendo'.

No ocurre lo mismo con otra serie de patronímicos en los que ya no reconocemos ningún nombre propio:

Gálvez, Gómez, Ibáñez, Juárez, Meléndez, Menéndez, Ordóñez, Peláez, Suárez, Vázquez, Yáñez…

De todas maneras, lo que me interesa destacar aquí es que los hablantes de español somos plenamente conscientes de que el sufijo -ez forma apellidos. Y eso es tan cierto, que incluso existen personajes de tebeo (ver Cuando los cómics se llamaban tebeos) que tienen apellidos inventados terminados en -ez. Un par de ejemplos:

Apolino Tarúguez (en DDT)
Pórrez y Cía (en Tio Vivo).

Claro que, para que la denominación del personaje aporte hilaridad a la historieta, el sufijo -ez no se añade a un nombre propio sino a un nombre común ya de por sí cómico. ¡Muy logrado! ¡Sí, señor!

Por cierto, ¿qué opinión te merece Marc Márquez, el piloto español de motos?

miércoles, 15 de enero de 2014

Pentalítera

No estoy equivocado si digo que no habías oído nunca antes esta palabra, ¿verdad? Yo tampoco, seamos sinceros. Y ¿qué significa? Vamos a desentrañarlo sin mirar el diccionario… más que nada porque no la vas a encontrar en los diccionarios normales. Veamos.

La primera parte parece clara. Si nos acordamos de pentágono (un polígono de cinco lados) o de pentagrama (está formado por cinco líneas paralelas), podemos deducir que penta- quiere decir cinco.

La segunda parte ya parece más peliaguda, pero basta con echarle un poco de imaginación… razonable: en -lítera podemos entrever la misma raíz que en literal, y razonar que algo tendrá que ver con letra.

Así que podemos suponer que pentalítera quiere decir de cinco letras. Y así es. Se utiliza, supongo que casi exclusivamente, en contextos lingüísticos, para hablar de palabras o sílabas: una sílaba monolítera es la que tiene una sola letra; bilítera, la que tiene dos; trilítera, tres... y así sucesivamente.

Y ya puestos, ¿me sabrías decir cómo se denomina una sílaba de seis letras? Pues de ninguna manera, al menos en español, porque parece ser que en español no hay sílabas de más de cinco letras. De cinco tenemos, por ejemplo, la primera de tungs-te-no o de trans-por-te, o la última de mens-trual. Pero de seis, no hay.

Al menos eso dicen los entendidos, que yo no he contado todas las palabras. ¡Curioso!, ¿no?

miércoles, 8 de enero de 2014

Palíndromos propios

Hablé hace poco aquí de los palíndromos. Sí, ya sabes, esas palabras o frases que se leen igual del derecho que del revés. En La ruta natural, indicaba algunos ejemplos y te animaba a intentar cazarlos o, incluso, crearlos. ¿Has encontrado ya alguno?

Hoy voy a indicar algunos más, pero con una peculiaridad: se trata de nombres de empresas muy conocidas. Veamos:
-       La compañía de seguros de salud Asisa.
-       El grupo asegurador Aviva.
-       El comparador de precios por internet Kayak.
-       La empresa de telecomunicaciones Ono.
-       El fabricante de bicicletas y motocicletas Torrot.
-       La compañía aérea Ryanair.

Este último palíndromo, la verdad, es un poco, digámoslo así, tramposo: Ryanair no se escribe igual del derecho que del revés pero, como en español la y y la i suenan igual, podemos considerarlo un palíndromo… a la española. Me perdonas esta pequeña trampa, ¿verdad?

En compensación, aquí tienes unos palíndromos muy especiales.
-       La marca de ropa Oysho.
-       El restaurante bar Ayala (calle Ayala, Madrid).

Me dirás que esas dos palabras no son palindrómicas, que no se leen igual en un sentido que en el otro. Y yo te daré la razón. Por eso digo que son unos palíndromos muy especiales, ya que tienen la particularidad de que es el diseño gráfico de la marca lo que los hace palíndromos. ¿Que no me entiendes? Te lo enseño ahora mismo.

¿Qué pasa si le damos la vuelta al letrero de la marca de ropa?


¿Y si hacemos lo mismo con el letrero del restaurante bar?



 Pues que se convierten en unos divertidos palíndromos… gráficos.

jueves, 2 de enero de 2014

Ese cuyo desaparecido

Quiero empezar el año con una loa a esta palabra, muy útil, a mi entender, pero que está desapareciendo del uso común de los hispanohablantes… al menos en España.

Hace tiempo que me cuesta ver este relativo en algún artículo de periódico. Ya casi ha desaparecido de los medios de comunicación. Supongo que será porque no se sabe utilizar. En fin, cosas de la educación, imagino.

Su uso correcto es como sigue:

Aquel señor es Fulano, cuyo hijo es piloto.

Y lo que suele leerse es lo siguiente:

Aquel señor es Fulano, que su hijo es piloto.

Esta segunda estructura se oye a menudo en radio y televisión, y también se ve en la prensa. Un ejemplo:






Este “y que por lo tanto su consumo…” es una frase que fuerza las estructuras del español. Mariangela Paone debería haber escrito “y cuyo consumo pasado el plazo fijado, por lo tanto, puede ser peligroso”.

Otro tanto ocurre con el siguiente ejemplo, también de El País, y, además, por partida doble:
  

En ambos casos, deberían haber escrito “… cuyo propietario todavía se desconoce”.

¿Quieres un truco para utilizarlo de forma correcta? Es sencillo. Piensa que se trata de una fórmula matemática. En realidad, piensa que es una suma, la operación matemática más sencilla que existe. Todo el mundo sabe sumar, ¿verdad? Pues más sencillo no puede ser. Atento:

que + su = cuyo

Es decir, si en una misma frase has escrito el relativo que y el posesivo su (o sus), repásala porque tienes que usar cuyo (o cuya o cuyos o cuyas).

Sencillo, rápido y eficaz. Añades una pizca de voluntad… y listo. ¡Recuérdalo!